miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un nuevo reality

Se me ocurre un nuevo reality. Los participantes, hombres y mujeres, agrupados en dos equipos, todos ellos guapos, guapas, buen cuerpo, sonrisa perfecta y todo eso, modelos que le dicen, pasan seis meses en un set de televisión preparándose para ingresar a la universidad. Digamos que a la UNI. Digamos nomás. Seis meses intensivos de geometría, álgebra, física y química. Obvio, gana el equipo que más cachimbos tenga. O por último, gana el que ingresa a la universidad. Se permiten parejas (de estudio, se entiende). Se permite que chapen entre ellos, que tengan relaciones, que tengan hijos, que los ampayen con otro. Lo que sea, todo con el fin de lograr el objetivo (tampoco nos vamos a poner cucufatos, ¿no?, total cada loco con su tema) En el ínterin, lo mismo que en otros programas, cámaras ocultas de los participantes quemando cerebro, entrando en trompo, delirando entre sueños de tanto estudiar. Entrevistas a los familiares y amigos. Imágenes de padres orgullosos, conmovidos con el esfuerzo de sus cachorros; bromas y anécdotas de los amigos y vecinos para demostrar que los participantes no son cualquier chancay, sino que pasaron un riguroso y exigente casting, pues. Que los participantes compartan habitación, todos en fila, como reclutas en una barraca. Que convivan día y noche, estudie y estudie, practique y practique, de la mano de su personal trainer, su sensei científico, mismo «La Voz», compartiendo tips, resolviendo exámenes pasados y, de vez en cuando, rajando de fulano o de mengano, como en la vida real pues, ¿no? A la hora de las pruebas, en vivo y en directo y en high definition, por supuesto, torta en la cara para el que no encuentre la ecuación de la recta, come vísceras crudas el que confunde la tercera ley de la termodinámica con «a la tercera va la vencida», pierde el pelo a punta de tijerazos el que no sabe el valor de pi o la constante de gravedad. Una voz en off (de alguien que sabe lo que dice, se supone) corrige, también en vivo y en directo, los errores. No pues, papito, así no se traza una bisectriz; no, hijita, el símbolo del potasio es  «k», no «Po». Cosas así. Salta de alegría y mueve el poto para la audiencia, el primero que logra demostrar la fórmula del anillo bencénico, por ejemplo; baila como un mono y hace gestos de primate, el primero que aplica bien el teorema de Poncelet; saca la lengua a la cámara y saca cachitas a los demás, el primero que resuelve una ecuación de tercer grado sin aplicar matrices. O mejor aún, un viaje de cinco días de sol, playa y tragos, a Punta Cana, all included, para el primero que resuelva el examen de admisión 1988 que, según algunos, fue el examen más tranca de todos los tiempos. Pruebas así. Cosas así. Digo, de paso los televidentes, niños, jóvenes y no tan jóvenes, también aprenden un poquito de matemáticas, ¿no? Aunque sea lo suficiente como para que la gente reciba bien el vuelto del mercado. O para ver si así el Perú deja los últimos lugares de las pruebas internacionales PISA. Digo, es una idea nomás.