lunes, 5 de octubre de 2009

Clare Torry, la voz del dolor que nos provoca la muerte

En 1972, en los el estudios de Abbey Road, Clare Torry improvisó un solo de voz pensando en la muerte. Eso es lo que le habían pedido Alan Parson y los Pink Floyd durante las grabaciones de The Great Gig in the Sky, una de las canciones más memorables del álbum Dark Side of The Moon. Sobre los acordes de piano compuesto por Rick Wright, Clare soltó para la posteridad la melodía góspel que resumía el dolor que nos provoca la muerte.
«Yo era una compositora del staff de EMI —diría ella años mas tarde—, recién salida de la escuela, que había empezado a hacer algunas sesiones vocales. Recibí una llamada telefónica para ir y hacer una sesión para Pink Floyd. No significaba nada para mí en ese momento, pero acepté y fue arreglado: 7 a 10 pm del domingo 21 de enero, Studio 3. Cuando llegué ellos me explicaron el concepto del álbum y pasaron la secuencia de acordes de Rick Wright. Dijeron: “queremos un poco de canto sobre ella”, pero no sabían lo que querían, así que sugerí meternos en el estudio y probar algunas cosas. Empecé usando palabras, pero ellos dijeron. “oh, no, no queremos palabras”. Así que en la única cosa en la que pude pensar fue hacerme a mí misma sonar como un instrumento, una guitarra o lo que fuera, y no pensar en una vocalista. Lo hice y ellos lo amaron».
No sólo los Pink Floyd la amaron. También yo lo hice la primera vez que la oí. Fue en 1989, en la Residencia Universitaria de la UNI, donde vivía. Eran como las once de la noche, y en la soledad y el silencio de mi habitación, mientras trabajaba en un informe de laboratorio, en la radio comenzó a sonar los arpegios de un piano y guitarra en la menor, tan dulce que me distrajo de lo que hacía. La melodía ascendía en intensidad hasta oírse una voz en off diciendo en inglés: «No tengo miedo a morir, en algún momento pasará, no importa. ¿Por qué debería temer? No hay razón para ello, tú te tienes que ir en algún momento». Enseguida, sobre una ondulada melodía en órgano Hammond vino el clímax: una voz negra, llena de ira y dolor, hasta que esa misma voz se fue apagando y a la vez transformándose en un trino de resurrección. Sobre el final, casi como un murmullo una voz dice: «Yo nunca dije que le tenía miedo a la muerte». Yo no estaba triste en ese momento —no tenía porque estarlo—, pero al final de aquella canción me quede helado, tieso, conmovido.
La semana pasada se cumplió un aniversario más de la muerte de mi padre. Por un golpe bajo del destino, hace trece años, me tocó recibir la horrible noticia de su partida y ser el que se los diera al resto de mi familia. Aún hoy se me escarapela el cuerpo cuando recuerdo todo aquello. Pero gracias a aquella canción y a la voz de Clare Torry, aquel recuerdo toma otro matiz; más que miedo, ahora, la muerte me inspira estoicismo, fortaleza, refundación.
El viernes me fui a la Noche de Barranco para escuchar a Big Pink. Los oi haciendo una impecable versión de The Dark Side of The Moon. Escuché The Great Gig in the Sky en una perfecta interpretación. Clare Torry, esta vez, tenía la voz de una mujer menuda, frágil, limeña. No puede evitar escribir estas líneas.