sábado, 12 de mayo de 2012

Ya ni su calor


And when my life is over
remember, remember, remember when we were together
and I was singing this song for you

Leon Russell


Las canciones son como los aromas, Grillete, cada uno trae un recuerdo personal. El otro día, por ejemplo, en el concierto de Morrisey, apenas el Moz salió al escenario y empezó a cantar «First of the gang to die»; ahí nomás, como el latigazo de un relámpago en una noche de tormenta, me vino un flashback que me llevó derechito al 2005 y al toque se me apareció la cara de aquella mujer de cuyo nombre ya no me quiero acordar. Y así como cuando uno anda hurgando tonterías en Internet y aparecen mensajes raros y uno no sabe cómo cerrarlos y simplemente los minimiza, así, igualito, tomé la cara de aquella fucking mujer y la minimizé. Me puse a disfrutar de «You have killed me», «When last I spoke to Carol», «Alma matters». Pero cuando al Moz le dio por ponerse más retro y se mandó con «Everyday is like Sunday», apenas empezó a sonar el tan-tan-tan-tan-tan-tan del bajo, mi mente se fue direchito a inicio de los noventas y se me apareció la cara de ya tú sabes quién. Y ahí sí que «me lo lloré», como dice mi primo Vico cuando escucha un yaraví ayacuchano, y me puse a cantar a gritos: trudging slowly over wet sand/back to the bench/where your clothes were stolen y aparecí en las calles irresueltas de Payet, en lo alto de Independencia. Claro, tú dirás: aguanta, aguanta, ¿qué tiene que ver una canción de 1988 con algo que pasó el 93? ¿Qué tiene que ver Morrisey con ya-tú-sabes-quién, si a ya-tú-sabes-quién no le gustaba precisamente The Smiths? Ah, es que en realidad de lo que yo me acuerdo son de las letras de esa canción, pues, Grillete y de cómo quedé luego de que ya-tú-sabes-quién, en la puerta de mi casa, sin anestesia, me soltó la noticia de que se casaba y que se iba a vivir al otro lado del mundo, bien lejos de mí. Me voy Uli, me dijo, me voy y ya no regreso. Y claro pues, Grillete, uno en esa época no entendía ni pío de inglés, pero bien que entendía que después de una noticia como esa, enamorado como estaba de ella, everyday is like Sunday, everyday is silent and gray. Pero más específicamente me acordé del año en que regresó, Grillete y ahí es donde entra a tallar «There is a light that never goes out», porque la noche en que por fin nos encontramos fue un take me out tonight. Lima y el Perú ya le eran extraños y quería regresarse a su nuevo país y entonces yo la recogí con el Elefante Verde y le mostré cómo había cambiado la ciudad en los treces años de no vernos y la llevé where there's music and there's people and they're young and alive para que viera que habrá pasado el tiempo, pero la noches limeñas seguían siendo las mismas. Estás igualito, me dijo, siempre hablando de literatura. Y volvimos a ser los chibolos de antes, Grillete, de cuando pagábamos medio pasaje y ahí es donde me contó los bemoles de su primer divorcio y su nuevo matrimonio y bromeó diciendo que yo sería el tercer y definitivo esposo, y claro, yo le dije: no hay problema, flaca, ahí te espero, y nos matamos de risa mientras yo veía al Moz sobre el escenario del Jockey, con su banda de músicos chibolos y calatos cantando: driving in your car, I never never want to go home, because I haven't got one anymore.
Y mira como es la vida, Grillete, el otro día, un par de semanas después del concierto del Moz, me llamó su hermana para pedirme unos datos de trabajo. Hablamos un rato. Y ¿qué hay?, ¿cómo está tu hermana?, le pregunté al final. Bien, me dijo, ahí trabajando, con los hijos. ¿Y no piensa venir de nuevo a Lima? No, que va, ni su calor, me dijo y yo me reí sin saber qué quería decir con eso de «ni su calor». Pero ahora que repaso el concierto del Moz en Lima viendo los videos del youtube, se me aparece otra vez su cara, Grillete, su cara de carnet universitario y sí, pues, ya no está ni su calor.