martes, 13 de noviembre de 2012

Así se jubiló el ingeniero C

Así que hoy se jubila, ingeniero, dice Susy Díaz, del otro lado de la mesa. Sí, responde el ingeniero C, con una sonrisa blanca, colorado como un tomate de tanto que ríe desde la mañana. O sea que ahora se va a dedicar a la dieta del mandingo. ¿Y cómo es eso?, pregunta Mero Loco desde su esquina. Empieza el lunes y termina el domingo, responde Susy y un coro de sesenta y cuatro carcajadas, incluida la mía, estallan en explosión. ¡Buena, George!, grita una voz desde el fondo de nuestra larga mesa y el ingeniero levanta los pulgares para celebrar la idea. Oye, no seas tonta, cómo le vas a decir eso al ingeniero, retruca Mero Loco. Cómo será de tonta Susy que cuando estaba en el colegio y el profesor borraba la pizarra, ella borraba su cuaderno, agrega y otra vez, las sesenta y cuatro carcajadas, vuelven a explosionar. ¡Que bailen!, ¡que bailen!, gritan otras voces desde el otro extremo de nuestra mesa. ¡Sí, que bailen, que bailen!, secundamos los demás y Susy camina al centro de la pista. Venga, pues, ingeniero, dice extendiendo las manos y el ingeniero baja de su silla de Rey para ir al encuentro. «Hasta las seis de la mañana me vacilo, hasta las seis de la mañana me vacilo…», suena en la pista una cumbia acompasada y el ingeniero C toma a Susy por la cintura como quien va a bailar un tango. Un, dos; un, dos, tres, cuatro y el ingeniero dibuja un ocho con los pies, como Al Pacino en «Perfume de mujer». Un, dos; un, dos, tres, y el ingeniero pega un brinco de caballo de paso como Cantinflas en «El bombero atómico». Un, dos; un, dos, tres, y el ingeniero termina el baile apuntando el techo con el índice, como Jhon Travolta en «Saturday night fever». Hace la venia, nosotros aplaudimos y Susy le da un beso en la mejilla. ¡Oye, qué haces!, grita Mero Loco. Susy responde con una sonrisa roja y también con la mano en alto. Vive la vida y no dejes que la vida te viva, parece decir.
Foto: internet