viernes, 13 de mayo de 2011

Yesterday

Qué locura, Loco, te juro que nunca había visto el Monumental con tanta, pero tanta gente. Creo que ni en el Perú-Brasil de las eliminatorias 2008 había tantas personas coreando juntas un nombre, auque, pensándolo bien, mi analogía esta fuera de lugar, ¿no?: el fútbol y la música no tienen nada, absolutamente nada en común; 45,000 almas gritando por un tipo que corre detrás de un balón es un desperdicio, mientras que 45,000 almas gritando delante de un tipo con una guitarra y un micrófono es un milagro. Mira nada más esto, mira como todos cantamos: “you say good bye, I say hello, hello, hello” sin saber nada de inglés. Es que la música, Loco, no tiene idioma y no interesa que esté en arameo, chino o en wajeje; la música es buena o mala, simplemente, y si es buena la tararearemos hasta en la combi. Claro, tú dirás que Mc Cartney no es precisamente el mejor músico del mundo, o como me dijo Ivan Thays, había que estar en este concierto sólo para estar lo más cerca posible del hombre que más cerca estuvo de Jhon Lennon; porque, hay que ser honestos, Lennon era Lennon, Harrison era Harrison y Ringo es Ringo; pero bueno, un beatle es un beatle pues, Loco, y había que hipotecar medio sueldo para ver a un beatle en el Perú.

Pero debiste traer al Adrián, Loco. Para que vea, para que sienta toda esta magia, toda esta energía musical, esta locura colectiva que pocas veces se siente en un estadio tan gigante como este, tan lleno de voces y luces; porque yo creo que el gusto por la música se induce a los hijos y se aprende de los padres o de los que hacen la veces de padres. Yo, por ejemplo, recuerdo bien a mi viejo regodeándose con los boleros de Lucho Barrios, con los waynos de Acomayo, La Estudiantina Andina; había que ver cómo le cambiaba la cara, como se ponía al oír a Javier Solís y hasta gritaba: “llévatela” recordando sabe dios qué amores. Mi viejo era un melómano, Loco, y mi tío Máximo, que también fue como un padre para mí, también lo era. Yo recuerdo a mi tío cantando tangos, boleros, waynos a voz en cuello mientras manejaba su camión y yo adentro, a su lado, viajando con él, viéndolo gigante, hecho mi héroe. Por eso a veces saco a pasear a mi sobrino Oscar que es lo más parecido que tengo a un hijo y lo siento a mi lado mientras conduzco el Elefante Gris y le hago escuchar algo de mi música para ver si algún día él me recuerda como yo recuerdo a mi papá y mi tío Máximo.

Pucha, Loco, ya me puse medio down. No sólo con esos recuerdos, sino con sólo ver a Paul que se sienta al piano y empieza a tocar Eleanor Rigby. Qué melodía más hermosa Qué letras. Qué perfección. Debe ser de las mejores canciones de Paul. Aunque que creo que Mull of Kintyne, es mejor. Aunque hay otras canciones que me traen más recuerdos, de la gente, de los patas de la UNI. A Mario y sus doscientos mil casetes de The Beatles, a Thomas que en la época que estudiábamos y no había ni para el té, pero había para los casetes piratas que nos prestábamos y para las cervezas que nos tomábamos tocando la guitarra y cantando Hey Jude, Yesterday, Somethimg, aunque esta última sea de Harrison, pero un beatle es u beatle, pues Loco.

Pero No more lonely nights, esa sí que me trae malos recuerdos. Y esos sí que son por tu culpa, Loco, por tu culpa, porque fue por tu culpa que yo, allá por el 90, me volví a mandar a A porque tú me dijiste que ella había hablado contigo y que se había dado cuenta de que yo era un buen tipo y que me mande de nuevo nomás y que esta vez si me iba a atracar, y yo como un huevón me volví a mandar, y A, con es vocesita, con esa buena educación que tenía, volvió a decirme que no. Oye, pero el Loco me dijo que ya había hablado contigo, le insistí, y A igualito me choteó. Claro, ahora tú te matas de risa, pero en esos días, Loco, en esos días yo andaba recontra herido; no solo por el no de A, sino por otro tipo de no, el no de S que justo por esos días, una noche, se cruzó conmigo en la facultad de civiles y me pidió que la acompañara a la Parábola, ese edificio en forma de X que había por el Laboratorio de Suelos. Qué raro, pensé yo, qué puede haber ahí a estas horas de la noche y bueno pues la acompañé porque un caballero acompaña a una dama y cuando entramos a la rampa de los camiones, en el primer rincón oscuro que había me pegó contra la pared y me abrazó. Entonces yo, con esa rara mezcla de tontería y sensatez, tuve que explicarle que por alguna estúpida razón yo todavía estaba esperando el sí de A y ahí quedó la cosa. Claro, te lo cuento recién ahora porque ahora da risa, pero en esos años Locos, ustedes me hubieran matado por estúpido, porque en aquellos años decirle no a una propuesta de amor era decirle no al mismísimo Dios. Pero, ¿sabes por qué No more lonely nights me recuerda todo eso? Pues porque a los pocos días dela brazo me volví a encontrar con S y me regaló un casete de Paul Mc Cartney y me dijo: ésta canción te la dedico y me señaló No more lonely nights; y listo, nunca más apareció.

Te pasaste, Loco, te pasaste. Pero, te perdono; te perdono porque tú eres mi pata, Loco, y porque estas canciones me traen recuerdos y porque con los años uno termina dándoles a ellos un valor cada vez más y más grande; y porque con los años uno comienza a quedarse con menos amigos, y eso me parece una pendejada de la vida, Loco, porque es justo con los años que uno necesita más de los amigos. Yesterday, Loco, Yesterday.