miércoles, 12 de diciembre de 2012

Whisky sin alcohol

Mi mamá llega de Colcabamba, Huancavelica. Pese a que mis hermanos y yo le hemos prohibido que venga cargando cosas porque ya no está para esos trotes, arriba a mi casa en Los Olivos con su cargamento de papas, carnes y yerbas: mullaca para la carraspera, asnaccsacha para la gastritis, raíz de valeriana  y pimpinella para los nervios. He conseguido té de kuki, dice casi aplaudiendo de alegría mientras deshace el equipaje de menjunjes. ¡Asu!, digo haciendo números para recordar que no pruebo aquel té desde que era niño. Mi abuelo aparece en mi mente. Camino con él en los escarpados húmedos y calientes de las chacras de Ccochacc y Ventanacinco, buscando nidos de kuki. Encontramos una. Hormigas rojas y patilargas, las kukis caminan en fila india como autos diminutos en una autopista atestada, llevando sobre sus lomos hojas de mil plantas y mil yerbas, cercenadas en estrellas, hasta perderse en un agujero como autos en un túnel. Mételo en la bolsa, niñito, dice mi abuelo y yo meto el residuo de hojas secas que las kukis han apilado a un costado de su nido como pequeños cerros de té. A ver déjame verlo, Ma, le digo ahora a mi madre y ella me alcanza la bolsa. La abro. Meto la nariz para sentir el olor a madera, a hojarasca húmeda que ya había olvidado. Les voy a preparar como refresco para que se curen del estómago, agrega. Analizo el té. Tallos secos, molidos por las fauces de hormigas cortadoras, almacenadas en un suelo rojizo. ¿Qué es lo que realmente tendrá?, me pregunto. Ya, Ma, digo con reticencia porque una cosa es ser un niño y beber lo que los mayores de dan y otra muy diferente es ser adulto, ingeniero sanitario y haber aprobado Microbiología en la universidad. Entro a internet e investigo. «Las hormigas cortadoras de hoja o podadoras, nombre no genérico, son cualquiera de las 47 especies de hormigas pertenecientes a los géneros Atta y Acromyrmex que mastican hojas», dice Wikipedia. «Estas especies cultivan hongos y son endémicas de Centro y Sur América y partes del sur de los Estados Unidos». ¿Hongos? ¿He tragado restos de hongos en mi niñez? Ma, creo que yo no le entro a ese té, le digo a mi madre frente a la jarra de agua color guaraná que ha preparado para el almuerzo. ¿Por qué?, pregunta. Le explico lo que he encontrado en la red. Tu abuelo tomaba el té de kuki todos los días y nunca sufrió del estómago, murió a los 107 años, de viejo, sin ninguna enfermedad. Me consta. Me sirvo un vaso del té. Lo huelo. Bebo un sorbo. El sabor a madera, a whisky sin alcohol se pasea por mi paladar. Los hongos son foto sensibles y mueren con el Sol; los microorganismos, a 100 °C, me digo y termino de beber el resto del vaso. Abuelo, a tu salud.
Foto: internet