Estimado,
Robert, te escribo porque, como en aquella canción de Joan Manuel Serrat que
cuenta la historia de alguien que dice que uno de su calle le ha dicho que
tiene un amigo que dice conocer un tipo que un día fue feliz; igualito, a mí,
un amigo me ha dicho que tiene un empleado que dice conocer al manager de
Evenpro y que a través de él, a lo mejor, este libro podría llegar a tus manos
y entonces yo sería el feliz. Se llama «The Cure en Huancayo». Acaba salir en
una tercera edición porque en Huancayo, una pequeña ciudad de la sierra ubicada
al otro lado de Lima, todavía hay alumnos y profesores de secundaria dispuestos
a leer cuentos; sobre todo ese que da nombre al libro y que relata la historia
de tres estudiantes del Colegio Nacional Mariscal Castilla, un colegio nada
parecido al St. Wilfred's Comprehensive School de Crawley donde tú estudiaste,
pero igual de musical, supongo, porque ellos, lo mismo que tú, Michael Dempsey
y Laurence Tulhurst, solían vestirse de pantalón y gabán negro, con el cabello
erizado como chilligallos y andaban guitarreando los primeros
arpegios de Easy Cure. Una cosa fuera de lugar, la verdad, porque en esos años,
el año que ustedes acaban de lanzar The head in the door y que
medio Inglaterra disfrutaba bailando In between days; en
Huancayo, la gente se moría a bombas y balazos por causa del fuego cruzado de militares y terroristas; y por eso había paros armados y toques de queda;
o sea, noches y días enteros en que no se podía caminar libremente por las
calles por el temor a ser arrestado o cosido a tiros. Una cosa fuera de lugar,
te decía, porque estos estudiantes, a pesar de esos paros armados y toques de
queda, se aventuraban al otro lado de la cuidad para asistir a las fiestas
colegiales, no para agarrarse a pedradas con otros estudiantes, sino para
seguir su pasión por la música y enamorar a unas niñas de El Rosario.
Enamorarlas en vano, la verdad, porque, como bien sabes tú, andar por la calles
vestido como «El joven manos de tijeras», andar por la noche como una bandada
de gallinazos, no te convierte precisamente en el galán de las fiestas; y
claro, los pobres terminan atrapados por el Ejercito. Y bueno, no te cuento más
porque entonces el cuento pierde gracia y se te van las ganas de saber en
qué termina, las ganas de leer el libro, se te acaba la ansiedad. La ansiedad
que, con los años, parece haberse recargado exponencialmente desde esa época de
la que te hablo, la época en que ningún músico que valiera la pena se acordaba
de esta esquina del mundo llamada Perú, la época en que un concierto de The
Cure, en Lima, sonaba a película de ciencia ficción; la ansiedad que ahora me
tiene como un niño esperando su regalo de navidad, mientras espero que llegue
el 17 de abril, mientras desempolvo mi pantalón, mi melena, mi polo negro.
Preventa:
- Librerías El Virrey
(Bolognesi 510, Miraflores)
- Bulevar de la cultura, Stand
16 (Jr Quilca 257, Lima)
- Pronto en las demás
librerías
Me encanto tu articulo. Yo soy seguidora de The Cure. Espero que la llegada del grupo a tu país sea como lo ha prometido Robert: Espectacular!
ResponderEliminarGracias, Anónimo; seguimos contando los días para que ya llegue el 17 de abril y los amplificadores retumben en el Estadio Nacional.
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