miércoles, 7 de agosto de 2013

Fotodependencia

Hace dieciocho días que en Lima no sale el sol. Los he contado. Uno, dos, dieciocho días. Dieciocho días haciendo mi vida bajo un cielo-raso, bajo un celaje plano, infinito y mustio; bajo un inacabable cielo color asbesto-cemento de eternit. Dieciocho días viendo el día sin colores como lo ven los perros: negro, blanco, gris; dieciocho días de respirar aire y agua como los batracios, dieciocho días de andar arropado como un tamal. Ustedes que han crecido viendo el sol asomando tras los cerros, tras las nubes, todos los días, todos los meses, todos los años, ustedes me entienden. Ustedes que, como yo, han visto que en la sierra, la selva, hasta en los más largos chubascos, hasta en los peores inviernos, el cielo, luego de unas horas, se pone azul; las nubes se ponen blancas, gordas y coposas; el sol, alto, dorado y redondo, ustedes me entienden. El sol, dicen, regula el reloj biológico, marca los umbrales del día y la noche en nuestros cuerpos, fija las vitaminas que influyen en nuestro estado de ánimo. Debe ser cierto, digo, porque para mí, no poder ver el sol es como tener sed y no poder beber agua, como tener hambre y no poder comer, como tener sueño y no poder dormir. Ustedes me entienden. 
Pero hoy ha salido el sol en este lado de Lima. Un sol pálido, blanco, sin sonrisa. Un sol que no calienta, pero alumbra. Un sol que le pone colores a las plantas, a las flores, a la laguna artificial que hay en frente de mi oficina. Un sol que hace que los patos viajeros y los gansos residentes se adentren en el agua y no salgan de ella; que naden y naden como barquitos en el mar. Un sol que me atrae como un imán a un clavo y que hace que inverne la computadora, deje el cubil de mi oficina y camine hasta el estacionamiento pretextando revisar algo que deje olvidado en el Elefante Gris, tan solo para apoyarme en él y solearme como una vizcacha. Manos cruzadas, en camisa, mirando los patos. Uno, dos, diez minutos. Un sol que hace que recupere energía como una celda fotovoltaica. Un sol que me devuelve el buen humor.
Foto: Iternet.